viernes, 20 de julio de 2007
Amarillez en el alma del paisaje
Jornada tórrida. El sol muy gozoso
y muy orondo centellea y achicharra
todo el otrora verde y bello pastizal
que hoy llora por estar tan sediento
de gotas celestiales y placenteras
que significarían para él bienestar
interior y una mayor exterior belleza.
Jornada tórrida. Un céfiro del norte
comienza a soplar sin traer mitigo.
Nubes grisáceas también comienzan
finalmente a dibujarse en lo alto
presagiando así una bendición
para el paisaje yermo y aflictivo
por su amarillez tan predominante
que da una sensación deprimente.
Empieza a cubrirse toda la bóveda
celeste de nubarrones y lloriquea
el firmamento cual delicado rocío
que apenas humedece a la tierra.
Jornada tórrida. Un plúmbeo vaho
emerge del suelo pobremente regado
por tres o cuatro sollozos desganados
que no alcanzan a alegrar a la campiña.
Jornada tórrida. Todo el virtual cambio
de estado de este tan sofocante día
quedó en la nada por la pésima memoria
de la lluvia pretenciosa que se olvida
de ser la protagonista muy anhelada
por el verdor del bellísimo panorama
que reclama la lindura de la primavera.
N.A.M
21/10/05
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