Armonía natural

Madruga el día. El sol entreabre entusiasta
su ojo de pestañas iluminadas de ígneo rojo.
Al horizonte vasto e inmóvil ahora se le antoja
mostrar su belleza por los excelsos fulgores
del globo rojo que comienza a elevarse feliz
para dar claridad a una prometedora jornada
hermosa. Los árboles cambian la tonalidad
por la luz enceguecedora de nuestro matinal
astro rey que se yergue cada vez más ufano
en el bello cielo celeste sin huellas de celajes.
El optimismo del día armoniza con mi corazón,
pleno también de la plenitud y de la brillantez
que da la seguridad de tener el alma en calma
por el bienestar de haber olvidado los arcaicos
sombríos momentos que palidecieron mi vida.
Esta armonía natural provoca en mí una alegría
inmensa porque en mi diario caminar he logrado
rescatar lo bueno y desterrar lo malo, lo triste
y lo fútil que impide gozar a pleno la existencia.
Esta armonía natural siempre la he de apreciar
porque hoy vivo jornadas mucho más dichosas
que otrora me eran vedadas por nulas verdades,
palabras mudas y prometedoras e inexistentes
noches apasionadas por un regio amor certero.
La naturaleza es la irradiación ahora de mi sentir
que se tiñe de fiesta porque hermoso se engalana
desde que conocí a ese ser tan bueno y especial
que me ayuda afanoso a descifrar que la felicidad
se compone de esos pequeños y bellos momentos
irrepetibles y variables que mi corazón sentimental
siempre goza y agradece diariamente por lo lindo
que se viven en la mente por todo lo que se ofrece.

N.A.M
11/04/05